La losa en sortijón pronosticada y por boca una sala de viuda, la habla entre ventosas y entre ayuda, con el "denle a cenar poquito o nada". La mula en el zaguán, tumba enfrenada, y por julio un "arrópenle si suda", "no beba vino, menos agua cruda, la hembra, ni por sueños, ni pintada". Haz la cuenta conmigo, doctorcillo: para quitarme un mal, ¿me das mil males? ¿Estudias medicina o Peralvillo? ¿De esta cura me pides ocho reales? Yo quiero hembra y vino tabardillo, y gasten tu salud los hospitales.
Ignacio Arellano. Francisco de Quevedo, Poesía. Primera edición, Barcelona, 2016, p. 84

Explica el autor sobre el uso de la palabra Sortijón: referencia despectiva a los anillos de los médicos, rasgo típico de su oficio, porque creían en las propiedades curativas de las piedras preciosas. Esta piedra pronostica la losa del sepulcro.