Este espacio nació en plena pandemia. Un refugio para leer y compartir poesía. Forma en que me siento vivo; más vivo. Así, a mediados del año 2020, para inaugurar este blog, escribí lo siguiente:

«¿Qué es lo que hacemos, si no son actos de supervivencia, desde que amanece el día? El acicate del trabajo asalariado impele levantarse temprano. Preparo, entonces, mi desayuno, para luego salir raudo y dar un beso casi de reojo a mis amores: mi esposa y mis hijas. Ellas, con sus miradas y sus manos, me dibujan la señal de la cruz, me bendicen. Mientras salgo hacia el ascensor con la mascarilla puesta, el protector facial y los otros protocolos de bioseguridad que controlan mis movimientos. Y debo seguir mi camino, leerles en él, contarles con qué alegría. E imagino, a mi paso, que les regalo un libro por tanto gesto protector. Un libro que lleve sus manitas, sus ojos y los míos».
Tres años después, sobre el regazo de estar juntos, leo a Linda Coral, mi esposa, y a Eva y a Gaby, mis hijas, el libro que imaginé regalarles: Hospital de mis amores. 

Abril, 2024